viernes, 27 de noviembre de 2009

La cámara de tus secretos

Cada uno portamos nuestra propia cámara de los secretos de la que nos hacemos guardianes por necesidad al descubrir su existencia.

Es una cámara espaciosa, diría que puede almacenar tantos recuerdos, sentimientos o secretos como hallemos a lo largo de nuestra vida.

Es un arma de doble filo, puede protegernos, pero si la usamos de manera indebida, nos agotará física y mentalmente, incluso puede llegar a matarnos.

Es extremadamente fácil almacenar cosas, a veces lo hacemos sin darnos cuenta, lo que pasa es que para no volvernos locos a la hora de encontrar algo, guardamos las cosas según el impacto que han causado en nuestras vidas.

Aunque no tiene límite, algunas cosas pesan más que otras, para bien o para mal, están ahí.

El problema es cuando no somos capaces de organizar nuestra cámara ya sea por la ingente cantidad de información entrante o por su carácter, a veces necesitamos encontrar un pequeño periodo de reflexión del cual, solo sacamos un mar de dudas en que nos hundimos de manera desesperante.

En ese momento, solemos plantearnos recurrir a la ayuda de otro guardián en el que confiamos, aun a sabiendas de que no es su secreto y no tiene porque guardarlo, pero confiamos en el esperando una confianza reciproca y una ayuda certera que nos saque del apuro, sin llegar a ahorcarnos en el intento.

Las condiciones de este acuerdo son explicitas, la mayoría de las veces consiste solamente en no desvelar su contenido a terceros.

Gran enemigo de este sistema son las cotorras, que picotean las migajas dejadas a veces por descuido de los guardianes, otras por un congénere plumífero; las que luego regurgitan por exceso o necesidad, pues lo que no es tuyo, a la larga te sienta mal de algún modo, en ese momento, queda anulado el pacto y con ello, la confianza depositada con anterioridad.

En definitiva, si escucháis un aleteo, creéis ver un pico, o a otro guardián con capacidad metamórfica y plumas en la capa, levantad el escudo, enfundaos la armadura y desenvainad la espada, o de lo contrario os desbarataran en migajas a la más mínima oportunidad.

Es necesario compartir nuestros temores y secretos, lo importante es tener a alguien en quien confiar para ello, yo tengo a alguien a quien tomo por hermano, también está ella.

¿Y vosotros? ¿Esta a salvo vuestra cámara? Hasta mañana pensadores.

1 comentario:

  1. Déjate de tantos secretos y cuéntale a Narita lo que hiciste el otro día :3

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