jueves, 18 de febrero de 2010

Noches de verano


He descubierto que añoro las noches de verano, no el verano en sí, sino sus noches, las vivía como la cenicienta, pero al revés, al tocar la doceava campanada despertaba algo en mi, empezaba a vivir, sin el calor de la mañana, sin la luz del sol ni sus habitantes, se me abrían las puertas a un nuevo mundo nocturno, en el que podía dar rienda suelta a mi creatividad, pensar, leer un poco u ociar, todo esto con el silencio de la noche y la luna como compañera, que a parte de alumbrar daba otras cosas, como intimidad, inspiración y algún que otro tema de conversación.

Siempre me he preguntado el porqué de las noches de verano, no siempre han sido así, sé que no es por el calor o la época, tampoco por las festividades, puesto que, si así fuese, podría experimentar esa misma sensación los fines de semana, semana santa, semana blanca, mi semana blanca malagueña de la que pronto voy a disfrutar un año más, pero no, todas estas fiestas carecen de la magia característica de las noches de verano.

Aunque creo que este año, la semana blanca será diferente, al menos en parte, esa magia de las noches de verano me acompañará en febrero, incluso nevando, puesto que no esta imbuida en el clima, la época o las festividades, es algo que simplemente esta ahí, presente, en todas partes.

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